Los pobladores de la aldea Punta Ocote, Yoro, no salen del asombro por el brutal asesinato de María Inés Pineda (de 39 años), quien habría muerto a manos de su pareja de hogar en diciembre.
El presunto feminicida responde al nombre de Edgar Guerra Morales (de 43), quien aparentemente actuó por celos, aunque esta hipótesis aún es investigada por las autoridades.
A Pineda se le reportó como desaparecida el 20 de diciembre de 2022, y fue su propio marido quien se presentó a la Dirección Policial de Investigación (DPI) de Yoro para denunciar que su mujer había abandonado el hogar que ambos tenían desde hace seis años por irse con un supuesto amante a Estados Unidos.
Tres días después, el 23 de diciembre, familiares de la ahora occisa se apersonaron a las instalaciones de la unidad departamental de policía, pues desde el 17 de diciembre no tenían noticias de su pariente y al preguntar a Guerra Morales sobre el paradero de esta se limitaba a contestar que Inés Pineda se había marchado con otro hombre.
Esta versión resultó poco creíble para los allegados a Pineda, pues junto con Guerra Morales procrearon a una pequeña que tiene tres años y que estaban seguros de que su madre no la dejaría a su suerte, además de una hija mayor de 20 años, fruto de su primer matrimonio, la que a principios de diciembre había dejado el hogar que Pineda compartía con Guerra por los constantes ataques de violencia que sufría de parte de su padrastro.
Tras obtener esta información de los familiares de Pineda, agentes de la DPI comenzaron a hacer las primeras indagaciones del caso, ya que identificaron algunas incongruencias con las declaraciones que en un primer momento hizo Guerra Morales.
Carlos Arias, inspector de policía de Yoro, dijo a LA PRENSA que apenas el martes 7 de febrero Guerra Morales se presentó nuevamente a la DPI, pero en esta ocasión para denunciar que familiares de su mujer lo acusaban de su desaparición, mientras él continuaba sosteniendo que Pineda se había escapado con su amante sin dejar rastro.
Fue así que los investigadores fueron atando cabos, recolectando información para poder llegar a esclarecer lo que hasta hace unos días estaba en sospecha. Entrevistaron a familiares y vecinos para poder determinar lo que había pasado, refirió Arias.
Luego de obtener pruebas testificales suficientes, que implicaban a Guerra Morales en el crimen contra su compañera de hogar, los agentes lograron que el juez emitiera una orden para allanar la vivienda en que residía la pareja, y fue así como se logró la captura del imputado la tarde del jueves.
Lo que los agentes encontraron en el patio de la casa es lo que parecía una fosa clandestina, la cual tenía rastros de haber sido excavada recientemente.
“En el solar había indicios de un agujero, como cuando se entierra una persona, eso llamó la atención y aumentó las sospechas, pero al socavar no encontraron nada”, dijo el inspector de policía. Estaban seguros de que la malograda mujer había muerto de manera violenta y su cuerpo enterrado.
Los investigadores sospecharon que el cadáver había sido removido hacia otro lugar dos días atrás, esto debido a que Guerra Morales ya estaba al tanto de que llegarían a inspeccionar la casa.
Los policías obligaron a Guerra Morales a llevarlos hasta el sitio donde estaba el cuerpo de su pareja. La mujer estaba quemada y en un avanzado estado de descomposición en un basurero a pocos minutos de Punta Ocote.
El escenario fue suficiente para que el acusado quedara a la orden de la justicia, en audiencia de imputado el juez dictará detención judicial por feminicidio.
María Inés Pineda era un ama de casa y también comerciante de ropa en el sector de Punta Ocote. Nació y creció en el barrio Montevideos, era la menor de tres hermanos, que al igual que ella ya fallecieron.Conocida por los pobladores como una mujer amable, pero bastante apartada y callada, siempre dispuesta a ayudar a los más necesitados.
Dayan Michell Pineda, hija mayor de la víctima, la recuerda como una madre amorosa y preocupada, a la que lamentablemente miró por última vez el 4 de diciembre.
“Yo me fui de la casa porque quería independizarme, me fui a San Pedro a trabajar. Él (su padrastro) siempre fue muy violento, pero hace seis meses atrás las cosas se habían agravado, por eso no me sentía cómoda y me fui”, aseguró la joven.
Ahora, los familiares y amigos de Pineda esperan que las autoridades actúen con base en ley y condenen a quien apagó la luz y sueños de una mujer noble y madre amorosa.